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jueves, 28 de abril de 2011

Historia de los Hatch


Sanford "Sandy" Hatch fue un acaudalado corredor de bolsa de Wall Street, residente en Long Island, New York. Era una exquisita persona, muy reservado, que criaba y jugaba gallos por puro placer. Hay muchos relatos que narran la magnificencia de este hombre, quien casi siempre donaba las ganancias obtenidas gracias a sus ejemplares a sus colaboradores: pastores (galponeros), amarradores y soltadores (careadores). Sin embargo, su egoísmo y sus ganas de ganar le impedían vender aves o regalarlas. Se dice que los únicos gallos que salieron de su corral fueron los que le robaron al terminar una jugada y que originaron la estirpe de los denominados Albany. No obstante, él era amigo de los mejores criadores de esa época y sin duda con ellos sí tuvo intercambios.
 Sobre las primeras aves que crió el señor Hatch hay muchas versiones y ninguna es exhaustiva. La más creíble es la de su fraternal amigo, el juez John Leiper, quien relata que él las obtuvo de un criador desconocido de Long Island y que, probablemente, eran producto de un apareamiento entre un gallo Whitehackle, de Michael Kearney, con gallinas Brown Red. Sin duda, los cruces y los refrescos se sucedieron en el transcurso de los años, hasta originar gallos muy encastados, que fueron ganadores por treinta años seguidos. 
 Hatch jugaba casi todos los compromisos en el club de Tom Foley, en Troy, New York, ubicado a 340 kilómetros de su casa. Sus animales eran de dos tipos: patas verdes y patas amarillas, indistintamente con cabezas cuadradas o redondas, aun si las redondas aparecían más en los de patas verdes. Eran gallos colorados, más o menos de intenso a variada tonalidad; en su mayoría pechos negros, salvo algunos de color jengibre en su totalidad. El estilo de juego de estas aves era de piso, estaban perfectamente adaptados al gaff de pulgada y media, el arma usual en el norte. Eran extremadamente heridores y se crecían al castigo. En las tres décadas que jugó en el club de Foley, no le vieron correr un gallo y su récord de victorias nunca fue deficitario. El señor Hatch gustaba de referirse a sus aves como "Shock Troops" (tropas de choque).
 El grupo más selecto de amigos y colaboradores del señor Hatch estaba conformado por su fiel pastor Warren "Red" Freeman, quien anteriormente era entrenador de caballos de carrera y trabajó con Hatch hasta su fallecimiento. Lo sustituyó Heinie Mathesius, quien se quedó hasta la muerte de su patrón (dos pastores en una vida nos habla del señorón que debía ser Hatch). Su amarrador de confianza fue Fred Stoppel y el soltador que más empleaba era Harry Kearney, hijo de Michael, precisamente el que trajo los mejores Whitehackle a América desde Inglaterra.
 Otro personaje muy importante en la vida de Hatch fue su socio silencioso Jim Thompson, mayor que él y poseedor de unas aves coloradas patas verdes, cuya procedencia nunca se supo y que al ser apareadas con los animales del señor Hatch producían gallos de gran efectividad en la cancha. Fueron socios desde el inicio de los años veinte hasta el final de dicha década, fecha en que muere Thompson. A su muerte, Hatch heredó todas sus aves y formó una única familia.
 Tras el deceso de "Red" Freeman en mayo de 1931 y su sustitución por Heinie Mathesius, el nuevo pastor trajo consigo sus gallos Whitehackle junto con otros, tal vez Gulls, tal vez Lawman o Robinson. Desde entonces, las aves del señor Hatch empezaron a presentar plumas blancas en las alas y cola, hecho nunca antes visto. Algunos señalaron que estos gallos eran mejores que los anteriores, mientras muchos sostenían que habían perdido poder y corte. Hatch ya en ese entonces debía de tener más de setenta años y su estricta disciplina se ablandó un poco, permitió cruzas y ventas en su gallera como nunca antes había acontecido. Se dice que las aves de Mathesius tenían infusión de Asil y, según muchos, afectaron a la estirpe original.
 E.T. Piper, editor de la revista The Feathered Warrior, cuenta que en 1939, en el transcurso del derby de pollos en Troy, el pastor de Hatch le enseño unos animales que supuestamente eran cruza de Hatch con Claret y que fueron vendidos al señor Cooke por Mathesius, a quien el señor Hatch se los había obsequiado. El señor Cooke los jugó en junio siguiente en Ruleville y se dice que nadie vio anteriormente gallos tan excelentes.
 El señor Hatch nunca preparó, amarró, ni soltó un gallo. Pero es muy cierto que conocía a cada uno de sus ejemplares: su estilo, capacidad, peso y siempre sabía contestar a las preguntas de cualquiera. Sin embargo, al igual que con otros legendarios criadores del siglo XX, la forja de su cría permanece en el misterio, ya que él realizó un sinnúmero de refrescos y nadie sabe o supo -y menos se sabrá- lo que conservó y descartó en su oportunidad. Hoy en día, sus aves son todavía la base de las modernas líneas de combate, cualquier criador que busque inyectar casta en sus animales usa Hatch. Lo mismo vale para el poder, el corte y, ¿por qué no?… lo bonito, aunque es sabido que el señor Hatch nunca seleccionó en función de la pluma.

Por Juan Romero

5 comentarios:

  1. Felicitaciones a Red Gallos por el excelente articulo publicado en su blog oficial. Resulto para mi una publicación muy reveladora sobre la dinastia de los gallos Hatch. Espero continuen con la labor de difusión.

    Saludos.

    Ricardo

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  2. bravo bravo red gallos estos temas son lo mejor que e visto sigan adelante puro gallo americano que es el mejor el padre de todos...gallos mexicano no existen jajaja ni nunca va existir

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  3. es bueno lo que hacen sigan adelante

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  4. Pues la verdad, agradezco a esos grandes del mundo gallero ya que yo crio hatch lipeer y son gallos muy violentos fuerte rapidos y con una casta unica1 quisiera saber si es bueno consanguinisar mi sangre??

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  5. en verdad se los agradesco es exelente

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